Nuestro p(l)an de cada día. . . y noche

Planificar ayuda, pero sólo si estás dispuesta a que todo se vaya a la mierda un martes cualquiera. Lo que sí puedes hacer siempre es despedirte.

Este post es uno de los cuatro que empecé la semana antes de que naciera mi segundo y último descendiente.

Por aquel entonces tuve un primer plan. Hablar de un posible proyecto relacionado con mi forma de entender el marketing de afiliación. Pero al poco de empezarlo el cuerpo me pidió tratar algo más relacionado con el nuevo fichaje.

Entonces apareció el segundo plan, contar por qué decidimos tener un segundo y por qué nos vamos a plantar ahí. Pero nuestra descendiente mayor se puso mala con gastroenteritis y nos tuvo tumbados todo el fin de semana. Y ya os podéis imaginar la capacidad creativa con un sueño acumulado de unas 7 horas en 2 días.

Pensé que lo mejor era irme a algo más trivial y dejar pendiente lo del segundo descendiente para cuando tuviese algo más de inspiración. Porque lo del sueño sabía que no iba a mejorar.

Ja! Me llama mi madre diciéndome que a mi abuela la han vuelto a ingresar en el hospital por una historia en el riñón que arrastra desde hace meses y que no tiene buena pinta.

Mi panorama es el siguiente. Mi nuevo descendiente nacerá en unas horas y tengo que irme al hospital dejando a mi otra descendiente enferma con los abuelos maternos, asumiendo que es muy probable que mi abuela muera sin poder despedirme de ella (porque vivo a más de 500 kilómetros de donde nací).

Y mi plan unos días antes era este. Pillarme de vacaciones el día anterior a la cesárea para pasar tranquilos el último día siendo tres. Almuerzo a solas con la mamá en alguna terraza, peli por la tarde los 3 juntos, cena de «guarreteo»…

No planifiques

Total, que hoy tengo pocas ganas de mejorar el mundo. Ni de crear nada. A lo más que llego es a lanzarte una reflexión por si te sirve para sufrir menos y vivir más.

No planifiques en exceso porque la vida es tremendamente caprichosa.

Por supuesto que tener rutinas ayuda. Y tener preparadas las opciones A, B y C por lo que pueda pasar, como siempre me decía uno de mis antiguos jefes.

Pero hay que estar siempre preparado para la improvisación. De hecho, una de las primeras cosas a las que me gustaría apuntar a mis descendientes es a clases de improvisación teatral.

Así que improvisa. Y haz cada día (o al menos inténtalo) cosas que te hagan sonreír. Cosas alineadas con tus valores y tus talentos. Cosas que te hagan vibrar.

El mundo y la vida seguirá su curso. El que tenga en mente. Sin tener la mínima consideración contigo.

Y por el camino mezclará vida y muerte a su gusto.

Despídete

Un vídeo al que siempre recurro cuando estoy de bajón es este:

En él lo primero que dice es «Si pudiera ofrecerles sólo un consejo para el futuro sería éste: Usen protector solar«.

Yo, si sólo pudiera ofrecerte un consejo para el futuro sería que siempre te despidas de la gente con un beso o un abrazo, dejándolo todo resuelto. Es decir, sin estar enfadado con esa persona (a menos que sea el punto y final de vuestra relación).

Antes de la pandemia lo hacía y eso me daba mucha paz. Paz que ahora no tengo. Paz que ya nunca tendré. Así que me toca añadir otra guerra más sin resolver. Suerte que el protector solar siempre ayuda.

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